Hace millones de años la formación de los Andes y, después, la erosión del río Colca, crearon uno de los cañones más profundos del mundo. Son unos 3,600 metros de profundidad que, desde su interior, para los que se aventuran a bajarlo en canotaje o en kayak, sólo se perfila una tenue línea donde se adivina la luz del sol y las nubes.
El cañón cruza todo el valle del Colca, un lugar a donde llegaron hace ocho mil años poblaciones de origen aymara persiguiendo camélidos. Ellas dejaron muestras de su arte en varias cuevas con petroglifos y pinturas rupestres, configurando después, la rica cultura que se vive en este destino. Los grupos asentados en sus partes altas, dedicados al pastoreo de llamas y alpacas, son los collagua, que se les distingue por sus sombreros altos, blancos y llenos de lentejuelas relucientes. Los que se asentaron en las partes bajas, más cálidas y generosas, se dedican a la agricultura, y se les reconoce por sus sombreros de fieltro negro donde hacen bordados de flores, vizcachas y picaflores.